Despierta...!!

viernes, 23 de julio de 2010

Algo de Historia del Naturismo Vegetariano/Vegano


"¡Oh mortales! No sigáis envenenando vuestro cuerpo con un alimento tan repulsivo como la carne. Sólo a los animales les es propio alimentarse de carne y aun no todos la usan. El caballo, el buey, el carnero pacen las hierbas de los prados; únicamente los de índole fiera y silvestre; los tigres, los fieros leones, los lobos y los osos gustan de sangrientos manjares. ¡Oh dioses! ¿Puede darse mayor delito qué introducir entrañas en las propias entrañas, alimentar con avidez el cuerpo con otros cuerpos y conservar la vida dando muerte a un ser que, como nosotros, vive?... ¿Por qué ha de ser la matanza el único medio de satisfacer vuestra insaciable gula?" Desde que Pitágoras (siglo VI a. de J.C.) pronunciara esta exhortación a favor de una dieta exenta de carne y sus seguidores formaran una comunidad vegetariana, la historia del naturismo se ha caracterizado como una lucha para recuperar la identidad moral del ser humano. Aunque la humanidad en general no haya evolucionado mucho éticamente, desde entonces millones de personas en todo el mundo siguen una alimentación vegetariana motivados por los mismos principios que expuso el gran filósofo y matemático griego: la salud física, la responsabilidad ecológica y las mismas motivaciones filosóficas o religiosas que también hoy nos preocupan.

La historia del vegetarianismo está relacionada con muchos de los más famosos nombres que ha tenido la humanidad. El mundo helénico y la antigua Roma contaron con notables vegetarianos, como muestran los escritos que nos legaron, donde sus autores exponen su rechazo e incluso su repugnancia a alimentarse de animales. Pitágoras, lo mismo que Porfirio, sostenía que la carne de las bestias contaminaba y brutalizaba el alma humana. También los escritores Ovidio y Plutarco deploraban la matanza de criaturas inocentes, igual que otros personajes vegetarianos griegos y romanos como Homero, Empédocles, Platón, Teofrasco, Soción, Séneca, etc.

Muchas religiones y creencias han apoyado el vegetarianismo: el brahmanismo, el budismo, el jainismo y el zoroastrianismo abogan por la abstención de comer carne. Asoka, rey de la India (c. 264 - 223 a. de J.C.), se convirtió al budismo y lo elevó a religión del estado: "Aquí no debe matarse ni sacrificarse ningún ser viviente, ni deben celebrarse fiestas de sacrificios, pues el emperador considera esas fiestas como un gran mal" -un ejemplo que sin duda debería seguir en España el Rey Juan Carlos dejando de apoyar las corridas de toros-. Los Adventistas del Séptimo Día y la Orden de la Cruz recomiendan también una dieta vegetariana, y muchos hindúes y algunos grupos católicos siguen un régimen vegetariano.

Leonardo Da Vinci (1467 -1516) opinó que "Llegará un tiempo en que los seres humanos se contentarán con una alimentación vegetal y se considerará la matanza de un animal como un crimen, igual que el asesinato de un ser humano". El pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y anatomista italiano rehusó obstinadamente comer carne desde la infancia, cuando con ocasión de una fiesta vio a una vieja criada matar a un lechoncillo.

El escritor español y autor de «El Quijote», Miguel de Cervantes (1545-1616), también pensaba que "La alimentación de un hombre superior debe ser de frutos y raíces comestibles", igual que el Dr. Carlos Linneo (1707-1778), uno de los más grandes naturalistas de la humanidad: "De acuerdo con su anatomía, el hombre no ha sido dispuesto fisiológicamente para comer carne", decía, y "Las frutas son el alimento más conveniente al hombre, según demuestra la analogía con los cuadrúmanos en la estructura de su dentadura y aparato digestivo".
Los acuciantes problemas ecológicos, la mala publicidad del colesterol y las grasas saturadas, y los estudios que confirman que una dieta vegetal puede sostener la salud y mejorarla han contribuido, junto a las motivaciones metafísicas y morales históricas, a un mayor interés por la salud y a un espectacular crecimiento del interés por el vegetarianismo y el veganismo en los últimos años. El peligro que corren infinidad de especies y el daño y la contaminación qué están sufriendo los ecosistemas también han intensificado la aversión a la explotación humana de otros animales y el deseo del retorno a una vida más simple y a una dieta más natural. Esto y, los enormes costes económicos y ambientales de una dieta basada en el consumo de carne para una población que crece constantemente, han hecho que el veganismo sea el vehículo esencial para salvaguardar la vida del planeta Tierra.

Los humanos no somos los únicos animales que habitan la Tierra tampoco los únicos que desean vivir y ser libres


Desde bien pequeños nos enseñaron que nuestro deber era respetar a los demás humanos y sin embargo al mismo tiempo y sin ser conscientes de ello también aprendimos que otros animales no merecían nuestro respeto sino todo lo contrario.

Nos educaron para considerarlos distintos e inferiores a nosotr@s, estableciendo diferencias “insalvables” como su incapacidad para hablar o su falta de inteligencia... Asumimos como lógico y normal que el valor de sus vidas se medía en función de la utilidad y beneficio que de ellos podíamos obtener, nacidos únicamente para servirnos, con el poder suficiente para decidir en su nombre cuándo debían nacer, cómo vivir y cuándo debían morir...

Así, nunca nos llamó la atención ver el cuerpo del pollo convertido en segundo plato, la piel de la vaca en zapatos o el canario tras las rejas de una jaula colgada en el balcón.

Pero las diferencias que puedan existir entre nosotr@s y el resto de animales no justifican de manera alguna que podamos hacer con ellos lo que nos venga en gana. También entre los humanos se dan. Hay personas que no pueden hablar o valerse por sí mismas y sin embargo eso no supone que tengamos libertad absoluta para decidir sobre sus vidas.

Ha llegado el momento de dejar las diferencias a un lado y de reconocer algo que jamás tuvimos en cuenta y que tenemos en común todos los animales, seamos humanos o no: LA CAPACIDAD DE SUFRIR Y DISFRUTAR.

la capacidad de sentir nos convierte en iguales

Todos los animales que poseemos sistema nervioso tenemos dicha capacidad, por tanto, todos queremos y podemos disfrutar de experiencias placenteras (gozo, diversión, bienestar...) y deseamos evitar aquellas que nos causen sufrimiento (miedo, dolor, muerte...).

A ningun@ nos gustaría estar encerrad@s o privad@s de movimiento y de espacio, ni que nos separaran de nuestra familia o que nos golpearan, ni tampoco que nos arrebataran la vida en contra de nuestra voluntad. Tanto un cerdo, un niño, una gallina como una mujer... TENEMOS EL MISMO INTERÉS EN VIVIR Y EN SER LIBRES.

Nuestro objetivo fundamental pasa por que se establezca el PRINCIPIO DE IGUALDAD entre TODOS LOS ANIMALES, humanos y no humanos, entendido éste como una idea moral, donde las relaciones entre tod@s estén basadas en el respeto mutuo, reconociendo que la vida y la libertad de los demás animales son tan importantes y valiosas para ellos como las nuestras propias para nosotr@s. Es hora de dar otro paso, de avanzar hacia una única moral, superando cualquier prejuicio y la idea de que “son inferiores a nosotr@s” o que “son de nuestra propiedad”, simplemente por no ser iguales a los humanos y/o por no pertenecer a nuestra especie.

En nuestras manos está ponernos en su lugar, replantearnos nuestras costumbres, nuestros hábitos y de aceptar que nuestra manera vivir y de pensar tienen unas consecuencias nefastas para los demás animales. De nosotr@s depende decidirnos por otra forma de vida, aplicando los valores de respeto, justicia e igualdad a tod@s, independientemente de la etnia, sexo o especie a la que un@ pertenezca.

Bastaría con que extendiéramos a los demás animales, y no solamente a los humanos, la primera lección para la vida que nos enseñaron...

“No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”

Vegetarianismo: ¿Una opción personal o un principio de justicia?




Fuente: Vegetarianismo.net

Cada un@ hace lo que le da la gana... o quizá no

vegetarianismo = justicia

Muchas veces se presenta al vegetarianismo como una opción personal que podemos elegir o no. ¿Es justa esta opinión? Vamos a verlo.

En principio, dentro de la variedad de alimentos que hay, cada un@ puede comer lo que le dé la gana. Y en general un@ puede hacer lo que le dé la gana. Sin embargo esa libertad tiene, para todas las personas responsables de sus actos, un límite. Ese límite es la dignidad de l@s demás. Yo puedo actuar como me plazca siempre que no cause ningún daño injusto. Puedo lanzar todas las piedras al aire que quiera y cuando quiera, si eso me resulta divertido. Pero si te lanzo adrede una piedra a la cabeza, ya estoy actuando fuera de los límites que marca el respeto que mereces.

De igual modo, puedes comer aquellos alimentos que quieras, siempre que dicha elección no conlleve sufrimiento y/o muertes injustas. Comprar productos no vegetarianos causa esos males a los animales, por ello, hacernos vegetarian@s es nuestra obligación, y no sólo una opción personal. Esto es así, porque nuestra libertad se ve limitada por el respeto que merecen las vidas de los demás animales.
Discriminación moral por pertenencia a una especie

Creo que podemos estar tod@s de acuerdo en que nuestra libertad está limitada por el mal que podamos causar a otr@s. Pero el problema empieza cuando se dice que dentro de "es@s otr@s" a quienes respetar también están vacas, cerdos, pollos, atunes, etc. Realmente no parece importante que pierdan su vida y libertad. "Son sólo animales ¿por qué habríamos de preocuparnos?". Creo que esto es lo que la mayoría opina. De hecho, el principal problema de los animales no es otro que esa forma de pensar. L@s human@s creemos que sólo los que pertenecemos a nuestra especie merecemos respeto, mientras que los demás animales están ahí para que les utilicemos. La mayoría piensa que matar a un humano está mal, pero que matar a alguien que no sea humano no es en verdad nada preocupante.

Esta mentalidad ha sido denominada "especismo". El especismo es una discriminación análoga al sexismo o al racismo, que consiste en la opinión de que podemos dar un trato injusto a los individuos por pertenecer a una u otra especie. (¿Qué es el especismo?)

Desde pequeñ@s nos enseñan a considerar a los animales como inferiores, como cosas a nuestra disposición, como esclavos a los que poder utilizar. Se nos alimenta de sus cadáveres y se nos acostumbra a verlos en el zoo enjaulados, en el circo esclavizados realizando trucos ridículos y humillantes. Así, los animales han sido para nosotr@s desde siempre, comida y entretenimiento y nunca individuos a los que respetar.

Al mismo tiempo nos bombardean con mensajes sobre lo importante que es el respeto a l@s human@s, aprendemos a usar una palabra como "humanidad", que al pronunciarla parece ser acompañada por música celestial. Se nos enseña que discriminar está mal y que ser hombre o mujer, tener un color de piel u otro, ser más o menos "inteligente", no son cosas importantes, que frente a las diferencias los humanos merecemos un mismo respeto.

Este mensaje está incompleto. Es cierto que el sexo, el color de piel, o el grado o tipo de inteligencia no es relevante cuando hablamos del respeto a la vida, a la libertad o al sufrimiento de l@s demás, pero también es cierto que la especie a la que se pertenezca tampoco. Lo único importante para respetar estos intereses básicos es la capacidad para sentir (disfrutar de la vida, sufrir, etc.). Y esta capacidad la compartimos todos los animales, humanos y no humanos.
Conclusión

Por todo ello, si a nadie se le ocurre decir "yo golpeo a las mujeres y a los negros, pero te respeto, respétame tu a mi también" ¿por qué aceptamos que alguien diga "yo soy el responsable del sufrimiento y la muerte de los animales, pero respeto que seas vegetarian@, respétame tú a mi también."?

El respeto lo merecen los individuos, no las opiniones ni las acciones, pues estas pueden ser justas o injustas. Podemos respetar a alguien y decirle al mismo tiempo y a las claras que sus ideas son erróneas o sus actitudes moralmente reprobables.

No quiero decir con esto que hagamos sentir mal a las personas que no son vegetarianas y que las culpabilicemos por su dieta. (Nadie es culpable de la educación que ha recibido y seguramente un trato acusador sólo producirá rechazo a lo que les contamos y reafirmará sus costumbres impidiendo que comprendan qué hay de malo en discriminar a los animales. Hemos de considerar que el especismo y el consumo de productos animales es algo que se nos inculca sin preguntarnos antes y que las personas merecen que se les explique por qué está mal lo que hacen.). Pero lo que sí quiero afirmar es que defendamos el vegetarianismo como un principio de justicia y no como una simple moda, pues la vida de los animales está en juego y es nuestra responsabilidad hacer que las cosas cambien educándonos y educando a l@s demás.

Lácteos y veganismo: ¿Por qué no consumir leche?


Fuente : http://www.vegetarianismo.net

En éste artículo pretendemos aclarar por qué los veganos rechazan el consumo de lácteos.

En general, el veganismo rechaza cualquier tipo de explotación animal. Mucha gente cree, sin embargo, que utilizar la leche de las vacas no conlleva ningún mal. Se tiene la imagen idílica de que las vacas son como nos las muestra la publicidad: libres y agradecidas a la empresa que las explota. Pero, la realidad es muy distinta.

Una vaca lechera tanto en una granja industrial como ecológica es simplemente una propiedad. Es un medio para ganar dinero. Se crían con el fin de que sean productivas para el ganadero y la calidad y duración de su vida depende de esta productividad.




¿Dónde está el ternero?

Una de las preguntas clave que podemos hacer es "¿dónde está el ternero?". Sabemos que las vacas no dan leche como da agua un grifo. Las vacas, como todas las hembras de mamífero, tienen que quedarse embarazadas y dar a luz, para que las glándulas mamarias den leche.

A las vacas, se las insemina cada año, si el ternero que nace de ese embarazo es macho, es separado de su madre al poco tiempo para que no se beba la leche que irá al consumo humano. Su destino es ser vendido para carne. Acabará, después de una corta vida de encierro, en el matadero... La carne de ternera que se vende en los supermercados es, en definitiva, un producto más de la explotación lechera.

Las vacas son matadas cuando dejan de ser rentables

Por otro lado, a ningún empresario/a le interesa alimentar a animales que no le son productivos. Aproximadamente a los 5 años, después de dar a luz a 4 o 5 terneritos/as, las vacas son mucho menos productivas, por lo que se las lleva al matadero y son sustituidas por sus hijas. Una vaca puede vivir entre 20 y 25 años, pero se las mata a los 5 años. Su carne, su cuero, sus huesos, etc. serán aprovechados también por la industria.

Esta descripción es muy fría y está bastante deshumanizada, pero la realidad es bastante más cruda, pues podemos imaginarnos el sufrimiento que causa tanto a la madre como a los/as hijos/as la separación, o las formas de inseminación, el marcado del "ganado", etc...

Conclusión

* Las vacas son propiedades cuya explotación frustra sus intereses básicos a la libertad a la relación con sus hijos/as y prójimos...y a la vida. La vaca y su descendencia son verdaderos esclavas/os. Promover los lácteos es perpetuar esta dominación.
* La vida de la vaca no es respetada. La vida de la vaca depende de si es productiva o no, cuando deja de serlo (a los 5 años aprox.) se la lleva al matadero
* La industria láctea es la misma industria que la de la carne o el cuero: los filetes de ternera son los cadáveres de los hijos de las vacas lecheras y el cuero es las pieles de madre e hijos/as.
* Al igual que el color de piel, el sexo o nuestra inteligencia, la especie a la que pertenezcamos no nos hace más o menos dignos de respeto. Seamos vacas, cerdos, pollos, atunes o humanas a todas nos importa nuestra vida y deseamos vivirla en libertad.

¡Veganismo es respeto!

El pasado como argumento para el consumo de carne


Fuente: Vegetarianismo.net

Uno de los argumentos que se suelen dar en contra del vegetarianismo es que nuestros antepasados en determinado momento empezaron a ser cazadores para sobrevivir y que por tanto nosotr@s estamos legitimados a seguir depredando animales.

Es simpático recordar que nuestros inicios como depredadores de animales fueron con seguridad como carroñeros y no como cazadores, lo que le resta cierto romanticismo a esa visión de nuestro pasado. Pero fuera de anecdotas, lo importante para saber cómo relacionarnos con los otros animales no es ver qué se hizo en el pasado, sino qué debemos hacer nosotr@s hoy.

Las estrategias de supervivencia de nuestros antepasados no determinan nuestras decisiones morales con respecto a los animales hoy. Nuestra sensibilidad ética ha cambiado en muchos aspectos respecto a épocas pasadas. Multitud de prácticas que realizaban nuestros antepasados son consideradas a la luz de la razón hoy como verdaderos crímenes.

La historia de la humanidad nos ha dado la oportunidad de revisar constantemente nuestras creencias sobre lo que está bien y lo que está mal. Nuestra capacidad de aprendizaje ha permitido dicha revisión. Y la paulatina superación del racismo o del sexismo, son dos grandes ejemplos de ello. Este gradual crecimiento del respeto entre l@s human@s, nos ha hecho pensar en que el círculo de consideración moral debe crecer aun más para incluir también a los demás animales. Creemos que ha llegado el momento de empezar a ver a los animales no humanos, no como cosas para nuestro beneficio, sino como compañer@s de planeta a los que respetar. Son individuos que disfrutan de su vida y procuran evitar el sufrimiento en el mismo sentido que lo hacemos nosotr@s. ¿Por qué habríamos de utilizarlos como si fueran objetos?

Debemos, por ello, dar un paso más y trabajar para superar el prejuicio, similar al sexismo y al racismo, que sustenta la explotación animal: el especismo, según el cual la especie de los individuos es motivo suficiente para despreciar sus intereses.

Insistimos en la idea de que lo qué hicieron en el pasado o lo que hacen otr@s en el presente no debe influir en nuestras decisiones éticas. No es legítimo justificar una conducta diciendo “también lo hace el vecino”. Debemos asumir nuestras elecciones morales con sinceridad y justificarlas con argumentos racionales, no apoyándonos en costumbres actuales o en tradiciones.

¿RADICALISMO... O COHERENCIA?


Fuente : http://www.todosomosanimales.org/

Cuando te preguntan y comentas en una celebración familiar, cena de amigos o comida de trabajo que no te comes a los demás animales, que tampoco consumes huevos, leche, queso ni miel... que no vistes calzado o ropa hecha con la piel y pelo de otros animales y demás, enseguida surgen los mismos comentarios: "¿no crees que es un poco exagerada tu postura? ¿no te parece que eso ya es ir muy lejos?"

Esas opiniones, además de habituales, son comprensibles teniendo en cuenta que la educación especista que recibimos en su momento tenía como objeto que aceptáramos como normal reconocer al resto de animales útiles para el ser humano. Además, esos mismos comentarios podrían ponerse en boca de cualquiera de nosotros años atrás, mucho antes que conociéramos todo lo que implicaba nuestra forma de vida.

Sin embargo nuestra conducta nada tiene de fundamentalista ni de intransigente y sí mucho de coherente.

Para nosotros hablar de un "filete" de una ternera o de un huevo de una gallina, hablar de un abrigo de visones o de unos zapatos de piel de vaca es hablar de lo mismo.

Detrás de todos esos "productos" hay un animal que ha sido convertido en nuestro esclavo, concebido para producir sin descanso y todos ellos serán igualmente asesinados el día que dejen de ser rentables.

Si reconocemos a los demás animales como nuestros iguales, precisamente porque compartimos la capacidad de sentir, y nuestra obligación moral pasa por el respeto a su vida y libertad, lo lógico y normal es abandonar cualquier práctica que suponga una violación de dicho planteamiento, o bien, dejar de consumir cualquier producto o actividad que implique la esclavitud, explotación y la muerte de cualquier animal no humano, independientemente de qué animal se trate.


La industria del huevo


Fuente: GoVeg.com

Los 245 millones de gallinas criadas para la producción del huevo, y conocidas como "gallinas ponedoras" en el argot aví­cola sufren una pesadilla que dura varios años. Una parte considerable de sus picos es cortada con una navaja ardiendo sin que les suministre analgésicos. Muchas gallinas, incapaces de comer por el dolor que este procedimiento les ocasiona, mueren de deshidratación y por un sistema inmunológico debilitado. Después de sufrir esta mutilación, las gallinas ponedoras son hacinadas en pequeñí­simas jaulas conocidas como jaulas baterí­a. Estas jaulas miden 41 x 46 cm., y en ellas son amontonadas hasta once gallinas. Cada una de estas gallinas necesita como mí­nimo 74 cm. para expandir sus alas, de modo que ni una sóla de ellas podrán hacerlo, como ocurrí­a normalmente en su hábitat natural. Aún cuando tengan la suerte de vivir en jaulas" humanitarias", es decir, cinco gallinas por jaula en lugar de 10 ó 11, es importante mencionar que las gallinas ponedoras pasarán todas sus vidas confinadas en un espacio equivalente al tamaño de un cajón de escritorio. Este espacio tan reducido es compartido por las cinco gallinas, haciendo imposible que se muevan cómodamente y que puedan aletear sus alas.

Las jaulas son apiladas unas sobre otras, por lo que los escrementos caen a través de ellas, acumulándose en las jaulas que se encuentran en la parte inferior. El olor a amoní­aco y estiércol densifica el ambiente, haciendo muy difí­cil el respirar. Las condiciones tan poco higiénicas favorecen la propagación de enfermedades en estos gallineros industriales. La palabra que mejor califica estos lugares es inmundicia. Muchas gallinas mueren en estas condiciones tan precarias, y las supervivientes son forzadas a vivir con gallinas moribundas y con los cadáveres de las que finalmente sucumbieron. Las gallinas muertas permanecen en las jaulas hasta que se pudren, haciendo aun más tormentosa la vida de las que sobreviven. La luz en estos gallineros industriales es manipulada constantemente; en un intento por maximizar el número de huevos que cada gallina pone, los trabajadores deciden no otorgarle alimento a las gallinas hasta por un periodo de catorce dí­as. Esto ocasiona un choque en el metabolismo de las gallinas que induce un nuevo ciclo de empollamiento. Esta práctica cruel ha sido prohibida en varios paí­ses europeos.

Los pollos machos carecen de cualquier valor en la industria del huevo. Debido a esto, cada año millones de pollitos machos son introducidos en bolsas de plástico para que mueran asfixiados. Otros millones son lanzados vivos a trituradores.

Después de dos años de vivir en estas condiciones inhumanas, los cuerpos de las gallinas se han debilitado tanto que no pueden seguir poniendo huevos. Entonces son enviadas al matadero. Allí­ serán colgadas por las patas en una cinta industrial que las conducirá primero a ser degolladas y luego a ser lanzadas a bidones de agua hirviendo. Cuando las gallinas ponedoras llegan al matadero, han sido tan maltratadas, que el 29% de ellas tienen huesos fracturados. Sus demacrados cuerpos están tan heridos, con moratones, huesos fracturados, malnutridos, que su carne solamente puede ser destinada a la producción de sopas de pollo o de alimento para perros y gatos.

Entonces ahora diganme... vale la pena tanta masacre a un animal indefenso solo para un minimo "gusto" al paladar humano?... para mi NO!... Hazte Vegano!

El despertar...


¿Cómo pasó?... o, ¿en qué estabas pensando?, son cosas que me preguntan a diario, ¿por qué simplemente te dio la locura y ya?, yo sólo sonrío, para muchos la vida que estoy llevando hoy es simplemente una locura, para mi definitivamente no... el veganismo se apareció en mi vida para salvarme, para enseñarme lo que verdaderamente significa vivir... para decirme que estaba sumida en el sueño del egoísmo y la egolatría, y me gritó de pronto... DESPIERTA!... no vives sola en el mundo, y fue entonces que descubrí que debía destinar mi vida para algo más que lo que había hecho con ella en los últimos años, que hay cosas más importantes que simplemente mirarse a un espejo o sentarse a comer, que hay que levantar la voz por quienes se les calla a diario, y unir fuerzas para parar esa masacre de vidas inocentes, para despertar a más personas, y algún día despertar al mundo...
De pronto una frase de Jean .P. Sartre resuena en mi cabeza... "No importa lo que hicieron de ti. Importa lo que hiciste tú con lo que hicieron de ti"... y es eso lo más lindo, que a pesar de todo lo que fuiste y lo que te enseñaron desde pequeño, tu decidieras dar un vuelco brutal a todo, decidas hacer algo por aquellos que son explotados por la humanidad sin ninguna razón consistente de valor, si no que solamente por que son "diferentes"... entonces me pregunto: ¿qué diferencia hay en esto con el racismo, o el sexismo?... discriminar al diferente parece ser la esencia de la raza humana... pero esta en nosotros mismos frenar la locomotora de la discriminación comenzando con los mas indefensos... Los animales existen en el mundo por sus propias razones. No fueron hechos para el ser humano, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos, ni la mujer para el hombre.... es así de simple, ningún ser sintiente en este planeta puede ser explotado y utilizado por otro, sobre eso consiste el despertar... sobre abrir los ojos a la realidad del mundo, dejar de pensar en uno mismo para si poder encontrar la paz y tranquilidad que todos merecemos tener...
Como dijo una vez G. Francione... ¨La fuerza más poderosa con la que oponerse a la injusticia no es la violencia sino la no-cooperación. No hay mejor forma de rechazar cooperar con la explotación de los no-humanos que eliminarla de tu propia vida a través del veganismo y trabajar educando a otros para que hagan lo mismo¨...

Por eso cuando me preguntan :¿cómo pasó?... respondo...
-No lo sé... simplemente DESPERTÉ...